Evidentemente, en filosofía no hay nada de ingenuo; no existe ingenuidad en las ideas. Cada pensamiento tiene su carácter, su sello, y sabe lo que busca. Esto responde, en parte, a la inquietud planteada por el maestro Roque Santo. No es sospechoso en absoluto; la intención es clara. No hemos elegido el tema «Pensar en español: apuesta por la identidad dominicana» de manera accidental ni por error. ¿Por qué pensar en español?

Es importante señalar que España ha sido desacreditada, y los propios españoles han contribuido a esta desacreditación al afirmar que España no ha producido una filosofía significativa. Sin embargo, existe una contradicción evidente entre esta afirmación, que hoy se repite con mucha ligereza, y el hecho de que más de 600 millones de personas hablan español. Este hecho también implica, naturalmente, que España fue un imperio, y un imperio no se gobierna sin una filosofía subyacente. El problema es que la filosofía del imperio español se desarrolló en los seminarios. Fue esa filosofía la que formó las mentalidades de los profesionales, abogados, políticos, médicos y del pueblo que permitieron a España mantener su imperio.

Es crucial aclarar por qué, desde la realidad dominicana del siglo XXI, reivindicamos pensar en español como una apuesta por la identidad dominicana. Nuestra intención no es sospechosa en absoluto; se trata de una reivindicación de una de las aristas más importantes de la identidad del pueblo dominicano, y esto obedece a una razón muy poderosa. La República Dominicana del presente vive el desafío de una presión constante para que pensemos en inglés, francés, alemán o en cualquier otro idioma, menos en el idioma en que hablamos: el español. Y se nos quiere obligar a negar el idioma que nos tocó, no porque lo pedimos, sino porque es nuestra realidad histórica. Eso ya no lo podemos cambiar.

Nosotros hablamos y pensamos en español, y debemos seguir haciéndolo; debemos apostar por la lengua española como una forma de preservar, en esta época, nuestra identidad como pueblo.

En la actualidad, recibimos el ataque de la miseria que nos llega desde Haití a través de la frontera, y también enfrentamos la amenaza de la globalización, que pretende imponernos, bajo la bandera de un falso humanismo, la responsabilidad de resolver los problemas de quienes han destruido los bienes estratégicos de su nación, que nunca han sido capaces de organizarse y que, además, nos odian.

El tema de nuestro VI Congreso Dominicano de Filosofía 2025 no es inocente; se eligió porque la Universidad Autónoma de Santo Domingo tiene la misión de formar una mente crítica en sus estudiantes. Entendemos que hoy, más que nunca, necesitamos tener claridad de juicio si queremos permanecer en el tiempo como una nación política, con un territorio soberano donde nuestros hijos y nietos puedan crecer y prosperar.

Muchas gracias.