[PRIMERA PARTE]

FRANCISCO PÉREZ SORIANO

«Pero la Filosofía es un todo, una unidad, y se dirige a la verdad, no a la belleza. Hay muchas clases de belleza, pero solo una verdad; hay muchas musas, pero solo una Minerva.» – Arthur Schopenhauer

La pregunta sobre el propósito de la Filosofía se relaciona directamente con su razón de ser, y nos lleva naturalmente a la cuestión de cuál es el sentido de filosofar hoy en día. Este asunto implica que el ser humano debe lidiar fundamentalmente consigo mismo y con «algo» que, desde dentro de sí, como si fuera su guerrero interno, despierta y trata de encontrar la clave de ese misterio que es él mismo.

La Filosofía, como la lechuza de Minerva que toma vuelo en el crepúsculo, es una actividad ineludible y consciente que surge de una constante y profunda interrogación del sujeto sobre el sentido de sí mismo y el mundo que lo rodea. Así, la Filosofía se convierte en una insatisfacción divina, un medio excelente para descubrir realidades y despertar las verdades más nobles del alma. «Solo lo insuficiente es fecundo», dice Goethe. En el ser humano, cuanto más sincero y sabio es el reconocimiento de su propia insuficiencia, mayor es el provecho que puede obtener de ella. Aquí reside la fecundidad de lo insuficiente: es la fuente primordial y la morada de la filosofía. Es a partir de esta insatisfacción divina que surge el deseo de saber que se manifiesta en lo humano.

Contra este saber dioscuro, que es tan nuevo como antiguo, han prevalecido los ataques más que las defensas de aquellos que lo cultivan con honradez. Sin embargo, el saber filosófico persiste. En nuestros días, la filosofía se enfrenta a tal cantidad de críticas desde posturas muy diversas, que se la tilda de locura, se le niega su utilidad o se la sentencia a muerte. Y si se le valora, a menudo es de manera subrepticia, reduciéndola vagamente a un estilo de vida o de trabajo, o se la toma de manera interesada y forzada como orientación general que sigue una determinada organización [*]. ¿Es esto propio de la filosofía? ¿Qué está sucediendo con la filosofía…?

Este texto parece tener problemas de coherencia y claridad en su estructura y redacción. Trataré de ayudarte a mejorar su comprensión:

Quizás te refieres a la ocupación de la filosofía y su función como saber, o más bien a su finalidad o propósito, y cómo esto se relaciona con sus tareas actuales. Podría compararse con estar en un camino similar al del Príncipe Ho, donde lo más importante es avanzar y pelear con destreza, con una filosofía de desapego hacia los resultados de nuestras acciones.

El modo o la forma, así como el motivo y el propósito con los que se filosofa, han dado lugar a innumerables filosofías. De ahí que cada cultura haya desarrollado, en muchas ocasiones, una gran variedad de expresiones filosóficas. Esto se debe a que, en términos muy generales, desde tiempos muy antiguos, la filosofía, de manera sistemática y continua, se ha desarrollado en tres grandes civilizaciones: la indostánica, la china y la occidental. De ellas han surgido las más diversas filosofías, lo cual no impide que podamos hablar de una filosofía egipcia, mesoamericana, persa o cualquier otra en términos de disciplina o concepción del mundo y de la vida.

A pesar de la existencia de esta diversidad de concepciones, también podemos encontrar preocupaciones filosóficas fundamentales y trascendentales, ya sea a través del arte, de la ciencia, de la religión o de la moral. Pues detrás de estas expresiones humanas también subyace lo filosófico, aunque no se exponga en los términos propios de este saber. Como bien decía Aristóteles, con justicia, incluso el mito filosofa a su manera. Toda filosofía implica o supone una determinada concepción del mundo y de la vida (1). Y, si bien podríamos decir que la ciencia filosofa a su manera, también, con justicia, al igual que Aristóteles, podemos afirmar que el mito filosofa a la suya.

Toda expresión filosófica busca constituirse en un saber universal y fundamental acerca del mundo y de la vida. Este es el caso de Occidente, con ejemplos que van desde Platón, G. Bruno, Kant, Schopenhauer hasta Husserl. En estas filosofías encontramos preguntas y verdades tan universales y perennes que en ningún aspecto son ajenas a otras filosofías, ya sean estas provenientes de Oriente o de Occidente. Estas verdades son las que, a través del tiempo, hacen necesaria y ponen a prueba toda filosofía que pretenda estar bien fundamentada. Tenemos, en este sentido, a Platón como ejemplo. Pues él nos lleva directamente a la cuestión que estamos dilucidando.

En el diálogo Eutidemo, Platón acepta y propone que es necesario filosofar, y que la filosofía es adquisición de conocimiento. Este conocimiento, por supuesto, nos dice, ha servido para algo; ya que, así como de ningún beneficio resulta poseer todo el oro del mundo (incluso si lo tuviéramos sin fatiga y sin excavar la tierra), y si hasta supiéramos transformar las piedras en oro, tampoco de nada serviría semejante conocimiento. Pues si no sabemos hacer uso del oro, queda claro que ninguna utilidad podríamos obtener de él. Lo mismo ocurre con el tener un conocimiento tal que hiciera a los hombres inmortales, pero que no supiera después hacer uso de esa inmortalidad. ¿De qué utilidad resultaría? Necesitamos, por tanto, un conocimiento en el que estén reunidos a la vez tanto el producir como el saber usar eso que se produce. En resumen: no basta poseer conocimiento y producir en base a este, si no sabemos, además de su cómo, para qué nos servirían. ¿O es que, aun siendo el mismo objeto, es diferente el arte que produce de aquel uso? ¿Cuál sería entonces ese conocimiento o facultad que haríamos bien en adquirir?

Si bien nos dice Platón que tanto es así que los cazadores y pescadores entregan sus presas a los cocineros, y a su vez, los geómetras, astrónomos y maestros de cálculo -pues también ellos son cazadores, ya que, en efecto, no producen sus figuras, sino que se limitan a las que existen- como tampoco saben qué uso hacer de ellas, sino solo cazarlas, entregan lo que han hallado a los dialécticos para que lo utilicen. Por lo menos así proceden quienes, de entre estos últimos, no han perdido por completo la cabeza. Tal parece que estos dialécticos, en sus cabales, no son más que los filósofos, los cuales son capaces de aprehender principios y de adquirir y producir conocimiento en función de un pensar sabio, universal y sin apego. A ellos, según Platón, los entendidos en otros saberes, deben entregar -como aquellos cazadores o pescadores a los cocineros, o como el científico al jefe de Estado (que por supuesto debe ser un filósofo)- sus hallazgos para que estos dispongan de su utilidad.

¿La gobernabilidad: concepto o línea de comportamiento? ¿Un nuevo enfoque político de la cultura dominicana? ¿Acaso la racionalización, «a lo occidental», de las prácticas de poder criollas? El Equipo de Investigación del Departamento de Filosofía pone a disposición de la comunidad académica un intenso análisis al discurso de toma de posesión del actual señor Presidente de la República, doctor Leonel Fernández. Esta investigación busca esclarecer las relaciones entre las estructuras simbólicas de explicación, de justificación, y la realidad dominicana, constituyendo el grueso de lo entendido como principio de legitimidad. De esta manera, se penetra en el eje de los enunciados, rastreando las posibilidades del futuro político de la República Dominicana y, además, abriendo el diálogo académico.

[…] y al final llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados; pues su legislación casi no tiene remedio sin una reforma extraordinaria unida a felices circunstancias. Entonces me sentí obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que solo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en el terreno de la vida pública como en la privada.


[*] Según Jesús Mosterín, generalmente se habla de filosofía cuando alguien trata de obtener una visión global y críticamente analizada de su actividad, como la filosofía de ventas de una organización comercial, la filosofía sanitaria de un hospital o gobierno, la filosofía crediticia de un banco o la filosofía jurídica de un tribunal. Esto se refiere al carácter polisémico del término y al marco conceptual en el que se utiliza [Grandes temas de la Filosofía Actual. Salvat Editores, Madrid, 1983].