Por: Luis F. Cruz

El siglo XVII revistió en Santo Domingo

una característica de crisis, acusada por

una serie de acontecimientos externos e

internos, que gravitaron sobre su desen

volvimiento en los diversos aspectos de la

vida. La nueva situación marca su génesis

en las décadas anteriores.

Para los estudiosos de la historia colonial

de Santo Domingo, entre los diversos acon

tecimientos concurrentes que provocaron

la caracterizada decadencia, se citan,

grosso modo, los siguientes:

-Causas externas. El descubrimiento y ex

plotación de los ricos territorios Azteca

(México) e Inca (Perú) hicieron trasladar

el foco de interés de España a esa zona,

descuidando de este modo su antigua co

lonia, La Española, quedando relegada a

un segundo plano.

-Causas internas. La devastación ocurri

da a principios de siglo (1605) en todo el

litoral Norte y Oeste de la Isla, con el ob

jeto de bloquear el contrabando.Tingue

Asimismo, fuente de generación de tras

tornos lo constituyó la división de la Isla en

dos porciones, dominadas por razas y cul

turas diferentes.

Estos y otros acontecimientos no pudieron

dejar de incidir negativamente en el desarrollo general de la Colonia. El empobreci

miento y las emigraciones en masa marcó

un signo distintivo en ese caracterizado

«siglo de las miserias». La precaria situa

ción no apagó, sin embargo, el último can

dil de la expresión cultural, y Santo Do

mingo podía seguir ‘luciendo’ su prestigio

sa Universidad, que atraía estudiantes de

diversas regiones del Nuevo Mundo.

Hecho cultural de importancia _el de ma

yor significación, en este orden, dentro de

la centuria_, lo constituyó el establecimien

to del Seminario Conciliar, aunque, en rea

lidad, fue a lo que se redujo el segundo

Centro de Estudios Superiores que se ha

bía creado: la Universidad Santiago de la

Paz «cuya existencia vendría a ser con

el correr de los años, según escribe Juan

Francisco Sánchez, amarga fuente de plei

tos y rencores para la Universidad de Santo

Domingo», en el marco de la disputa so

bre la primogenitura de las Universidades

de América. La Universidad Santiago de

la Paz había expandido la sospecha de que

la antigua Universidad de Santo Domingo

no poseía la documentación original que la

acreditase como la primera fundada en

América. (Cf. Juan Francisco Sánchez, La

Universidad de Santo Domingo, 1955; Vi

cente Beltrán de Heredia, O.P., La auten

ticidad de la Bula In Apostolatus Culmi

ne…, SEEBA, 1977; Boletín Episteme

 

No.6, UASD). Como se sabe, aquel Cen

tro de Estudios, radicado en Santo Domin

go (1558) 20 años después de la funda

ción de la Universidad dominica o de los

Padres Predicadores_ fue el resultado de

la transformación del antiguo Colegio de

Gorjón (1529). Su vida como Universidad

se fue haciendo tan precaria que, entrado

el siglo XVII (1603) no respondía ya al tí

tulo que ostentaba, y fue entonces cuando

se vio forzada a transformarse en Semi

nario Conciliar, quedando éste subordina

do a mediados de siglo a la Universidad

Primada.

LA LLEGADA DE LOS

JESUITAS (1649)

 

La presencia de los PP.Jesuitas en La Es

pañola a mediados del siglo XVII llenó un

espacio en el aspecto cultural. (Fueron

ellos, sin embargo, los que llevaron en este

territorio la mencionada discusión en tor

no a la primogenitura universitaria).

El avivamiento de las disputas filosóficas

_hacía 150 años, entre Franciscanos y Do

minicos, seguidores de san Buenaventura

los primeros, y de santo Tomás los segun

dos (Cf. «Episteme» No.14), ahora se

realiza entre Dominicos y Jesuitas. La ri

validad estriba en las discrepancia entre

los planteamientos doctrinales de Francis

co Suárez, lumbrera incontrastable jesui

ta, y la de santo Tomás de Aquino, prínci

pe de la Escolástica. Pero no es este as

pecto concreto lo que signa la presencia

jesuita en La Española, en la presente cir

cunstancia, sino su postura ante la modernidad.

En el campo de la filosofía y de la ciencia,

la suficiente apertura de los hijos de san

Ignacio de Loyola, les permitió seguir las

orientaciones ‘fijadas por los tiempos mo

dernos’ (Armando Cordero). En este or

den, a los jesuitas les asiste el mérito de

haber introducido el pensamiento cartesia

no en Santo Domingo. Acaso sea preciso

señalar que, para el momento en que llega

a la Colonia esa Orden Religiosa, Descar

tes vivía. Asimismo, son los primeros en

darnos a conocer las ideas atomistas del

propio filósofo francés, jesuita Pedro

Gassendi; al igual que las doctrinas de

Guillermo Leibniz, en torno a la

monadología y la armonía preestablecida.

Es significativo señalar la orientación je

suita hacia las ideas heliocéntricas (1649),

si se toma en consideración que la conde

na a Galileo estaba latente (1633). El pro

pio Descartes se abstuvo de publicar sus

trabajos «sobre la luz»; _él mismo lo dice_:

‘me conducían a las mismas conclusiones

que Galileo’.

(

Por otro lado, aquellos religiosos protesta

ron contra los excesos del método deduc

tivo aristotélico, a favor de la inducción

baconiana.

La Universidad Santiago de la Paz se ha

bía restablecido bajo la dirección de los

jesuitas, y fue bajo el influjo de éstos que

se forjó el pensamiento antiaristotélico de

Antonio Sánchez Valverde (1755).