Prof. Edwin Santana

Desafíos actuales para la docencia superior. Cibermundo e inteligencia artificial: alabanzas, condenas y frónesis.

Distinguidos miembros de la Facultad de Humanidades de esta nuestra alma mater, la Universidad Autónoma de Santo Domingo: autoridades, colegas maestros, estudiantes, y demás invitados que nos acompañan el día de hoy.

Reciban todos ustedes un cordial y afectuoso saludo de mi parte. Es para mí un gran honor y privilegio tener la oportunidad de dirigirme a esta estimada comunidad universitaria en ocasión de nuestra entrada formal al cuerpo docente de nuestra Escuela de Filosofía.

Quiero comenzar estas palabras expresando mi sincero agradecimiento a las autoridades de la Facultad y la Escuela por permitirme compartir con ustedes algunas reflexiones en torno a temas que considero sumamente relevantes en el contexto actual y que espero sean de utilidad para promover el análisis y el debate en la academia y el país.

En ese sentido, aprovecharé la oportunidad para volver a llamar la atención sobre algunos asuntos sobre los que he venido hablando en diversas oportunidades y por diversos medios.

  1. Alabanzas

Asistimos a una actualidad bastante compleja. Quizá la más compleja que ha vivido la humanidad en toda su historia, esto así porque, un proyecto difuso, que empezó como búsqueda de conocimiento, por un lado, y de mecanismo de supervivencia por otro, ha terminado por convertirse en un mundo paralelo al mundo en el que el ser humano se había desenvuelto hasta entonces.

Del proyecto que hablo es de aquel proyecto difuso del ser humano que surgió, primero por una necesidad primaria por conocer y comprender el mundo, por la mera curiosidad y, por otro lado, la necesidad de utilizar sus capacidades cognitivas para ingeniárselas y construir, a partir de lo dado -eso que Ortega llama creatio ex aliquo– otros elementos que le permitiesen satisfacer demandas biológicas, primero, y sociales después.

Ese proyecto, cuando el ser humano fue capaz de escribir su propia historia y reflexionar sobre ella, fue llamado técnica. Y esa técnica se fue diversificando y refinando a tal punto que, en una especie de simbiosis con lo que ahora se conoce como ciencia -producto de aquella necesidad de conocer, primero desinteresadamente- se llegó al punto actual: un momento en el que, tal y como lo enuncia el filósofo dominicano Andrés Merejo, no es posible concebir al mundo sin una realidad paralela, a la que hemos llamado cibermundo; y un momento en el que, dentro de ese cibermundo, se teje una amenaza a la primacía humana en términos epistémicos, económicos, políticos, de salud y de educación. Esta amenaza es eso a lo que hemos llamado Inteligencia Artificial.

  • Cibermundo: virtualidad, persistencia, interactividad e inmersión sensorial

Sobre el cibermundo, cabe decir que ya lo hemos caracterizado, apoyándonos en el trabajo anterior y los hechos analizados, como una realidad paralela emergente, construida por la humanidad mediante el desarrollo de tecnologías digitales, que trasciende las limitaciones físicas del mundo material y permite nuevas formas de interacción social, producción de conocimiento y desarrollo económico.

Este cibermundo se caracteriza por su virtualidad, persistencia, interactividad e inmersión sensorial.

La virtualidad es porque el cibermundo no es una cosa con materialidad física, sino que está compuesto fenoménicamente por información digital que se manifiesta a través de diversas interfaces (pantallas, visores de realidad virtual, proyecciones etc.). Naturaleza virtual que le confiere además las propiedades de ubicuidad, conectividad global y maleabilidad.

Lo de la persistencia se postula porque, a diferencia de medios analógicos y tradicionales, la información persiste de manera indefinida en el tiempo en el cibermundo, permitiendo un registro y recuperación de todo tipo de datos del pasado reciente y no tan reciente, así como la construcción de complejos entramados informacionales acumulativos.

La interactividad hace referencia al hecho de que, en el cibermundo, los sujetos pueden modificar en tiempo real entornos virtuales, establecer múltiples conexiones, enviar y recibir contenidos de forma dinámica, etc., en una interactividad que multiplica las posibilidades de procesos comunicativos y creativos.

Y la inmersión sensorial se da por el hecho de que, mediante interfaces cada vez más sofisticadas, como la realidad virtual y la realidad aumentada, en el cibermundo se posibilitan experiencias de inmersión que envuelven perceptual y emocionalmente al sujeto.

En cuanto a su impacto, el cibermundo expande extraordinariamente las capacidades cognitivas, sociales y productivas de la humanidad. Permite acceder al conocimiento de forma ubicua, potenciar la inteligencia colectiva, construir comunidades virtuales, desarrollar economías digitales globales, disolver barreras físicas y culturales, y volveremos sobre él más adelante, cuando hayamos caracterizado el segundo elemento de interés: la inteligencia artificial.

  • Inteligencia artificial: pensamiento crítico, autonomía y responsabilidad

Sobre la inteligencia artificial hay que decir que es un campo de desarrollo tecnocientífico que busca replicar distintas capacidades de la inteligencia humana en sistemas computacionales y robots.

Como área de estudio, la inteligencia artificial ha conseguido logros extraordinarios en los últimos años, especialmente mediante el uso de las denominadas redes neuronales (modelos computacionales inspirados en el funcionamiento de las redes de neuronas biológicas del cerebro humano), el aprendizaje profundo (que es combinar el poder computacional de la inteligencia artificial y sus redes neuronales con principios estadísticos de organización automática [“aprendizaje automático”]de datos para resolver tareas de gran complejidad) y la disponibilidad de enormes conjuntos de datos para alimentar [“entrenar”] algoritmos.

Lo cierto es que en la actualidad existen sistemas de IA capaces de jugar ajedrez al más alto nivel, conducir automóviles, diagnosticar enfermedades, producir obras de arte y un largo etcétera.

Pero ¿cuál es el desafío de estos productos de la tecnología, especialmente para la academia, para la educación superior?

  1. Condenas

R: La amenaza a las condiciones de posibilidad de construir, mediante las herramientas propias de la educación, un ciudadano del mundo crítico, responsable y autónomo.

  • Pensamiento crítico vs plagio, cámaras de eco, infoxicación y fake news

El desafío a la educación crítica viene dado por el hecho de que los últimos productos de inteligencia artificial provocan: plagio, cámaras de eco, infoxicación y fake news.

El plagio, todos lo conocemos. Pero con la inteligencia artificial generativa de texto, se hace mucho más fácil para un estudiante hacer pasar contenido producido por la inteligencia artificial o por otro autor como contenido originalmente suyo.

Las cámaras de eco se refieren al efecto en redes sociales donde los usuarios, influenciados por algoritmos, terminan expuestos solo a ideas y contenidos que refuerzan sus propias creencias. Mientras que la infoxicación hace referencia a la imposibilidad humana de procesar por sí mismo y sin ayuda artificial la ingente cantidad de datos de la cual disponemos en la actualidad sobre cualquier tema.

Las fake news o noticias falsas, potenciadas por técnicas de inteligencia artificial, dificultan distinguir cuándo se está frente a una imagen, audio o video real o cuándo se está ante una farsa, recrudeciendo el impacto negativo en la calidad de la información disponible al público a través de las redes del cibermundo.

El pensamiento crítico requiere cuestionar las propias ideas, analizar perspectivas divergentes y discernir información confiable. El plagio desincentiva el esfuerzo intelectual; las cámaras de eco refuerzan ideas preexistentes y la infoxicación desconcierta mientras las fake news distorsionan los hechos mismos. Ante estos fenómenos, hay enorme reto para el cultivo y la formación de un criterio informado e independiente, de un pensamiento crítico.

  • Autonomía y responsabilidad

La inteligencia artificial, mediante asistentes personales y otros servicios, tiene cada vez mayor capacidad para ofrecer soluciones y respuestas automáticas ante cualquier problemática o duda que se presente. Así, decisiones que otrora dependían del discernimiento y criterio humanos, se terminan delegando en algoritmos que “nos liberan” de dicho esfuerzo intelectual.

Esta tendencia hacia la automatización de tareas cognitivas puede atrofiar el desarrollo de la autonomía personal cuando se lleva al extremo en el que un sujeto confía absolutamente en una IA para guiar sus acciones. No ejercita su capacidad de evaluar situaciones, imaginar alternativas y asumir de manera consciente las consecuencias de escoger entre diferentes cursos de acción, y se convierte en una suerte de idiota tecnológico, dependiente enteramente de los dictámenes del sistema artificial. Incluso si este resultara altamente preciso y bien intencionado, dicha dependencia implicaría una merma de las potencialidades humanas para determinar el propio destino de acuerdo a metas y convicciones forjadas con autenticidad.

En suma, se trataría de sujetos incapaces ya de gobernarse a sí mismos, inauténticos, convertidos en acríticos usuarios de sistemas que sustituyen sus procesos existenciales de libertad de elección, diluyéndose así la singular marca de humanidad que se manifiesta en las decisiones y actos elegidos de manera consciente y responsable.

De modo que el desafío a la autonomía viene dado por el hecho de que es evidente que una persona a la cual se le resuelven todos los problemas termina por convertirse en un ser inútil. Un “lumpen”, diría un marxista.

Este detrimento del pensamiento crítico es un problema epistémico que conlleva implicaciones éticas, pues sin discernimiento se debilita la capacidad para el juicio moral autónomo ante dilemas de la vida cotidiana y colectiva.

La reflexión sobre principios, deberes y fines se sustituye por una conveniente apelación a los dictámenes de la IA sobre lo correcto o incorrecto, sin mayor cuestionamiento, lo que propicia a su vez la irresponsabilidad ética y el predominio de una racionalidad instrumental enfocada en fines pragmáticos de corto plazo, y desvinculada de ideales humanistas de largo alcance.

De manera que el desafío a la responsabilidad viene dado por el hecho de que, en un mundo donde no hay pensamiento crítico, no habrá reflexión, donde no haya reflexión no habrá preocupación ética y, donde no hay preocupación ética, muy probablemente desaparezca el sentido de la responsabilidad.

  1. Frónesis

Pero hay un desafío adicional en la relación vida académica vs. nuevas tecnologías: la polarización tecnofílica o tecnofóbica.

La tecnofilia implica una admiración acrítica por toda innovación tecnológica, atribuyéndole inherentes beneficios y minimizando sus aspectos problemáticos. El profesor tecnofílico, en su entusiasmo ingenuo, propicia que dicha visión se transfiera igualmente acrítica en sus alumnos.

La tecnofobia, en el extremo opuesto, rechaza apriorísticamente las nuevas tecnologías, percibiéndolas sólo como amenazas al statu quo. Tal postura, al igual que la anterior, peca por dogmática y contribuye poco al análisis objetivo. El docente tecnofóbico, con su influencia, podría terminar incentivando movimientos similares a los de los luditas de principios del siglo XIX, que destruían las máquinas por considerarlas perniciosas para el bienestar social.

Como académicos humanistas, nuestro papel debe ser el de superar esta polarización improductiva, abriéndonos a estudiar con ecuanimidad crítica las novedades tecnológicas sin condenarlas ni alabarlas. Debemos cultivar ese ideal de la moderación, de la búsqueda del justo medio, que Aristóteles reconocía como la virtud. Mantenernos abiertos a los aportes de la tecnología, sin ingenuidad; pero sin desdeñar sus frutos por prejuicios retrógrados.

La senda del juicio objetivo implica analizar caso a caso, sopesando meticulosamente consecuencias deseables y peligros potenciales de cada nuevo desarrollo de la tecnología, incluyendo la inteligencia artificial y cualesquiera otras innovaciones. Pues sólo desde esa ecuanimidad podremos sentar bases sólidas e incorporar estos recursos para enriquecer nuestra labor educativa, contribuyendo así a una formación plena, prudente, adecuada y responsable de las nuevas generaciones.

El llamado es, y con esto quiero ser reiterativo, a comprometernos como humanistas a hacer uso de una crítica responsable, a dar la oportunidad a los nuevos productos, revisando sus potencialidades y sus debilidades, para incluirlos en nuestros planes de enseñanza y, sobre todo, contribuir a la construcción de un pensamiento crítico objetivo frente a esos nuevos avances en cada uno de nuestros estudiantes.

Muchas gracias.