Por fray Vicente Rubio, O.P.

Histórico

Hace siete siglos que nació en Toulouse (Francia) la corporación religiosa de los Dominicos. Fue su fundador un español, Santo Domingo de Guzmán (1170-1216), un joven que, sintiendo vocación al sacerdocio, cursó la carrera de Teología en Palencia, primera Universidad de Castilla en aquel entonces. Ingresó después en el cabildo catedralicio de Burgo de Osma (Soria). Mas, habiendo sido investido el obispo de esta diócesis como embajador del rey de Castilla, Alfonso VIII, para ir a concertar el matrimonio de cierta princesa de Dinamarca a fin de que contrajera matrimonio con el infante don Fernando, hijo del citado monarca castellano y heredero de su corona, el obispo aludido llevó consigo a Domingo de Guzmán como socio y asesor canónico.

Sin embargo, en el viaje a Dinamarca ocurrió algo digno de relatarse. Al atravesar el sur de Francia, en el Hostal donde el canónigo Domingo de Guzmán hubo de hospedarse, su dueño hizo saber a éste que él era un hereje convencido y fanático. Después de cenar, mantuvieron una conversación amigable sobre la verdad o el error de la postura religiosa de cada uno. Al amanecer, el posadero renunciaba libremente a sus creencias y volvía al seno de la Iglesia Católica.

Fray Domingo de Flandes (1550). Obras posteriores irán apareciendo, que sería enojoso enumerar; hacen en nuestros tiempos recordables los nombres de Tomás de Zigliara, Alberto Lépidi, Sadoc Szabó, Santiago Ramírez y otros peritísimos en Filosofía o en la historia de ella, como Guillermo Fraile.

A la misma orden de Predicadores pertenecen San Alberto de Bollstad, maestro de Santo Tomás de Aquino, quien además de gran filósofo y teólogo, supo estudiar con tesón y agudeza muchos fenómenos de la naturaleza visible, razón por la cual fue declarado «Patrono de las Ciencias Naturales». La misma Suma Teológica, producción cumbre de Santo Tomás de Aquino, le merece tenerlo como «Patrono de las Escuelas Católicas «y «Patrono de las Facultades de Teología». Fray Juan de Torquemada (+1468) publica el mejor tratado de Eclesiología de toda la época escolástica, en cuyas tesis se fundamentaron los primeros dominicos que vinieron a la Española para situarse a favor de los indígenas.

Los mismos dominicos Fray Matías de Paz y Fray Francisco de Vitoria son pioneros en dilucidar los problemas teológico-jurídicos que planteara la situación de los aborígenes americanos, creando Vitoria con ello una buena parte del Derecho Internacional Moderno.

A esto dará cima Fray Bartolomé de las Casas, buscando soluciones prácticas.

En nuestros días, serán renovadores de los estudios bíblicos los Padres Lagrange, Colunga, Benoit, Spicq y Rolando de Vaux. Renovarán los tesoros de la mística; y se leen y editan libros de Eckart, Tauler, Suson o Arintero con contínua demanda. Teólogos de la talla de Chenu, Congar, Bandera, Schillebeeckx forman hoy en día una línea que ha traído felices aportaciones. El belga P. Enrique Pire ganó el Premio Nobel de la Paz en 1958 por su labor humanitaria en la fundación de pueblos para los refugiados de la II Guerra Mundial. El interés de la Orden por los problemas sociales fue manifestado por frailes como Rutten, Perquy, Gafo, Croft y últimamente por José Lebret, fundador de «Economía y Humanismo», y, especialmente, por la incorporación de bastantes dominicos al movimiento de los sacerdotes obreros. Revivían el grito de Santo Domingo de Guzmán cuando, siendo estudiante, vendió sus libros, manuscritos en pergamino, sumamente costosos, con ocasión de una hambruna en su Castilla natal, diciendo: «No quiero KAPA estudiar sobre pieles muertas mientras los pobres mueren de hambre».

Sólo apuntamos que la Orden de Predicadores mantiene su gobierno democrático en conventos, provincias y en la cumbre suprema de su dirección hasta hoy. Democracia bien perfilada y responsable.

Sus grandes oradores, aparte del propio Domingo de Guzmán, han dejado un surco profundo en la Iglesia, como San Vicente Ferrer, Juan Domínici, Guillermo Peyrault, Manfredo de Vercelli, Lacordaire, Monsabré, Urbano, Carlos Jacinto Mckenna, Beda Jarret, Vicente McNabb, Spiazzi, etc.

Distintos frailes fundaron en la América Latina de ayer 9 universidades, comenzando por la de la ciudad de Santo Domingo en la isla Española.

Sin ruido, con amor y disponibilidad para quienes quieran ver y oír, Santo Domingo de Guzmán aún continúa predicando la fe en el alborear del Tercer Milenio Cristiano.